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Prioridades, dinero y algo más

   Que dejes de quejarte de tu situación porque otros están peor que tú. Que agradezcas lo que tienes porque algunos más no tienen ni para comer. Que no caigas en la banalidad y aprecies más lo que tienes. Sí, todo eso es verdad, hasta cierto punto.

   Son indiscutibles las precarias situaciones en los que muchos viven, infinidad de casos existen y la mayoría los desconocemos, aunque la vida se encargue de mostrarnos un poquito de a qué se refiere... Y sí que sorprende. Particularmente no dejan de impactarme casos de niños que sólo comen una vez al día, que subsisten a punta de piedra porque así no sienten hambre, de familias que consumen alimentos provenientes de un vertedero porque no tienen para más, ni siquiera para comprar una bombona de gas o un kilo de harina de maíz, de niños cuyos padres mandan a mendigar dinero porque es más fácil que buscar una medida más acertada y así montones y montones de historias... Sólo en Venezuela, por mencionar casos.

   Pero este post es para mostrar que la mala vida de otros no debe interferir en nuestra búsqueda de una mejor calidad de vida. El consumismo existirá siempre, al menos mientras viva el dinero, el deseo de superación u obtención de cosas mejores surgirá, así sea una que otra vez; es parte de ser humano, siempre buscar el cambio. Y eso no debe indicar necesariamente que dejemos de apreciar lo que ya tenemos, las situaciones que vivimos o los objetos que poseemos. Algunos casos no deberían ser comparados con otros. Que si un niño con SIDA y padeciendo desnutrición en el África a uno nacido por deseo y planificación. Uno de esos niños no tiene la culpa de la situación del otro, uno de esos niños tiene derecho a tener una buena vida, disfrutarla y no simplemente conformarse sólo porque otros estén en peores casos. No hay comparación. Que se deba enseñar humildad, empatía, consideración, etc, es un punto aparte asociado a la crianza.

   El problema radica en el extremo llamado avaricia. Y vivo en un país donde se quejan del sueldo mínimo y del precio de la cesta básica pero de una u otra manera gastan montones de dinero en mariqueras (y no es que no deban quejarse, porque ese es el inicio del cambio: la inconformidad popular). ¿Que está mal? No necesariamente, cada quien tiene sus prioridades. Pero he aquí el otro problema o interrogante: ¿Qué prioridades deberían ser las más indicadas? Yo diría que salud, vivienda, alimento... Pero no. La antena de DirecTv y el Blackberry son más importantes que arreglarte los dientes que no tienes por culpa de una golpiza o comprar los útiles escolares de tu hijo para que estudie (sólo por nombrar par de ejemplos). El problema no es que la gente no tiene dinero, el problema es lo que hacen con él. Es normal caer en ciertas banalidades, a todos nos toca en algún momento. Que si el tinte del cabello, la camisa que te gustó y quieres comprar... Son esos pequeños placeres que, así sea a base de dinero, otorgan cierta emoción. ¿Pero de ahí a desligarte de las verdaderas necesidades sólo para vivir en un consumismo del que no dependes? Y no critico a aquellos que gastan y gastan mientras TENGAN CON QUÉ (tanto en el bolsillo como el cerebro).

   Establecer prioridades, determinar lo verdaderamente importante para mantener la vida, es el primer paso para, primero, una mejor distribución del dinero ganado y segundo para la maduración personal y colectiva. Un mejor uso del dinero significa inteligencia... Un país inteligente no le cae mal a nadie. Y esto aplica a cualquier estrato socio-económico.

   Y si eres de esos que vive bastante bien y sólo te encargas de gastar y deshacer, si tus prioridades están cubiertas y tu entretenimiento también, siempre tendrás la opción de apoyar asociaciones, organizaciones o cualquier ente que de una u otra manera busque la mejora de la sociedad: en contra de la violencia intrafamiliar o a la mujer, por los derechos de los niños y los animales, por el abuso de poder o contra la corrupción, para destapar verdades ocultadas a la ciudadanía, por la reformación de la cultura... Hay tantas, tantas historias a las que podemos otorgar el grano de arena... Y si algo mueve es el dinero, dele un buen uso.

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