Me encanta la música.
Admiro a quienes la hacen, aquellos que dedican su vida a ésta; aquellos para quienes lo primordial no es la aceptación de los demás sino su amor por este arte. También aquellos que defienden la autóctona, que se encargan de mantener su cultura y que ésta siga viva por generaciones.
Es que ella es sentimiento, es pasión, es VIDA. Une, aleja, sincera y siempre se adapta a nuestro estado de ánimo. Nos hace felices -aunque sea por instantes-, acentúa nuestra tristeza, nos muestra que no somos los únicos arrechos por ciertos acontecimientos, nos ennota, nos hace bailar, reír, crea conciencia... Ella es LIBERTAD (aunque piense que no existe una plena).
Clásica, rock (en todas sus facetas), reggae, baladas, fusiones, jazz, blues, hip hop, la misma electrónica (con su montón de expresiones)... Es infinita y siempre, SIEMPRE habrá para todos los gustos (por algo existe el vallenato). Y aunque para mayor disfrute sea meramente subjetiva y no debiéramos discriminar en si es "buena o mala", siempre algunos detalles nos hará detestar algunas muestras (sí, reguetón, es contigo... sólo eres pegajoso, más nada).
Ella es amor, puro y sincero. Mas sus intérpretes no siempre... Por eso prefiero en ocasiones, no indagar en la vida de éstos. Sólo enamorarme de lo que hacen... No me importa si son drogadictos, alcohólicos, agresores, arrogantes, los propios mal nacidos. Si se trata solamente de la música, nada más importa. Ni siquiera que exista contradicción entre la pieza y el que la exponga. Allá ellos si se engañan a sí mismos.
Algún día la haré, por mero hobbie así será. Sin importar si me escuchan, sin importar si les gusta... La vida en sí, debería ser un poco más así. La disfrutaríamos más, joderíamos menos a los demás y la felicidad podría prolongarse por más momentos...
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