Cuando se trata del futuro siempre hay un temor mezclado de ansiedad, por aquello de ser desconocido, o de que vaya a ser o no como lo hemos anhelado (si es que tenemos claro qué queremos, lo cual suele ser lo menos común al menos a largo plazo).
Pero tocar esos temas, ya sea en nuestra soledad o con la(s) persona(s) que forme(n) parte de nuestro presente, puede tornarse gracioso y bastante fantasioso. Puede volverse un momento para sacar el niño interno y volar con nuestra creatividad, con nuestros sueños que quizá otros no vean posibles realizar.
A este viaje imaginativo, solemos no agregarles o volver relevantes los posibles "contras"... Ello le quitaría lo divertido. Así que lo que más hacemos es imaginar como que si todo fuera a salir perfecto. Sonreímos tontamente, sonreímos ansiosamente... Somos felices en nuestros pensamientos.
Y lo genial de todo esto, es que podemos descubrir planes que quizá nunca tuvimos en mente, que jamás consideramos vivir, pero que viéndolo desde otra perspectiva, no caen nada mal a nuestra vida.
Por supuesto que lo decisivo se determina al pisar tierra y llegar esas experiencias a las que temíamos y allí es donde descubriremos si hemos cumplido nuestros sueños, si fueron como los imaginamos -o mejores-, si se pueden mejorar, si tomamos la vía correcta, si los arrepentimientos o sacrificios valieron la pena y si podemos disfrutar de todo lo conseguido tal como lo imaginamos, con las personas y demás seres que siempre buscamos o esperamos...
Pero mientras tanto, soñemos, imaginemos, sonriamos, volemos... pero no tan lejos, para no olvidar que vivimos en tierra firme. Porque ahí sí es verdad, que de sueños solamente no se vive.
Mgm.
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